miércoles, 25 de mayo de 2011

Una flor en el desierto

Conozco desde hace poco a esa extraña persona.
Ella es introvertida. Vive en su propio, impenetrable mundo interior. No es escandalosa ni explosiva.
Es calmada. Ensordecedora mente silenciosa, y cegadora mente hermosa.
En el corto tiempo que llevo conociéndola, he podido descubrir que pocas personas logran tener cercanía con ella. El acceso a su misterioso mundo esta limitado a unos pocos. Tan solo el otro día pude ver un pequeno destello de su ser.

Hasta aquel momento, solo la había conocido con la impenetrable barrera de la cortesía. Esa muralla de hielo que nos permite saludar, compartir y hablar con esa persona, pero que siempre nos impone una distancia que nos impide el paso a su interior.

Ese día llegaron a mi cabeza una serie de escenas. Recuerdos de sus acciones que me habían llamado la atención...
Como la vez que la había visto durar casi una hora charlando con esa ancianita que apenas podía caminar.
La senora se movía torpemente, sus manos temblaban. Su pequeña boca apenas se movía cuando hablaba. Y ella la escuchaba. Asentía. Sonreía. Le hablaba. Era como si tuviera ante ella a una amiga de su edad. Su expresión era como si estuviera escuchando los mas graciosos chistes.
Ella. Una persona a la que muchos consideraban prepotente. Quizas por su belleza o quizas porque no hablaba con muchos. Una persona que tenia todo y que en ese momento podia estar ocupando su tiempo en algo mejor. Parecia incluso disfrutar la compania de aquella senora.

Sorprendente tambien fue aquella ocasion en que, tras un periodo de tiempo viendola en su habitual costumbre de ensimismarse, tanto asi que la escena de la anciana practicamente se habia borrado de mi memoria, otro acto de su parte me parecio novedoso.
Esta vez hablaba con ese muchacho alto, moreno y corpulento que era considerado por todos un gorila. El torpe, robusto y bruto, con quien pocos hablaban hasta por temor. Y ahí estaba ella, pequena y palida a su lado. Pero hablando con el como si fuera de igual a igual. Como dos simples seres humanos. Y el, que tampoco era de muchas palabras, hablaba con ella como si nada, con naturalidad, como si el tampoco fuera retraido.
Fue una conversacion un poco mas larga que con la anciana. Podria jurar que se hicieron amigos.

Ya adaptandome a la costumbre de sorprenderla rompiendo sus propios esquemas, fue un poco menos impactante verla hablando con otra muchacha igual de callada. La poco agraciada, brillante chica de espejuelos y frenillos. Una persona cuyos mejores amigos eran los libros. Hablaba interesada con ella.

Realmente no entendia por que. Por que no solia hablar con nadie y de repente charlaba con tal frescura? Por que precisamente con ESAS personas? Seria por caridad? De ser asi, por que no hablaba con mas gente y por que al hablar con ellos parecia disfrutarlo, parecia querer agradarles. Parecia divertirse. Conmigo era educada, pero no reia a carcajadas como con el muchacho, ni contaba historias como con la senora, ni me tocaba el brazo como a la chica.

Mis dudas no hicieron mas que intensificarse aquel dia en que, casualmente pasando por su casa, la vi. Estaba nada menos que sentada en la acera, junto al portico, con un andrajoso niño con las rodillas peladas y una bicicleta desgastada.
Ambos estaban sentados como dos camaradas. Ella, fina, dulce, con sus ropas de marca. Considerada prepotente por algunos, timida por otros. Y el, niño flacucho, sucio y molestoso del barrio. Una escena que hacia trizas los esquemas.
Mi mandibula se dejo atraer por la gravedad cuando la vi entrar a su casa y salir minutos despues con unos rompecabezas. Se sento en el suelo cruzando las piernas, frente al niño y ambos se pusieron a armarlo concentrados.
Algo no encajaba. Mire al cielo a ver si veia uno que otro cerdo volando. Esto no podia estar pasando. En lugar de aquella chica debia haber otro niño con las rodillas peladas armando el rompecabezas...porque se notaba la complicidad entre ambos. Ese acto tan sencillo decia tantas cosas y desmentia tantas otras.

Recordaba estas escenas cuando, sin aguantar mas, me acerque. Le preguntaria que ganaba ella con codearse con tan diversas personas, mientras era tan indiferente con el resto. Si queria ser sociable debia serlo con todo el mundo, o si lo hacia por pena, por que disfrutaba como si sus amigos extranos le estuviesen haciendo un favor al hacerle compania.
La salude. Pero rompi a golpes la barrera de hielo y le expuse todas y cada una de mis dudas. Le dije que la habia observado. Que cual era su filosofia al actuar. Por que hacia lo que hacia?
Ella, nada sorprendida, nada aturdida ni inmolada. Sus labios se abrieron para responderme con una simple frase corroborada por la expresion de sus ojos.




"Porque se lo que se siente estar sola"



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares