martes, 30 de agosto de 2011

Anima bombardeada

Se escondía, impulsada por un instinto de supervivencia, mientras era buscada, cazada como un animal. Eran demasiados, y a pesar de ocultarse como podía sabia que no le quedaba mucho tiempo de vida y que terminarían con ella pronto.

Sabia tambien que era inevitable. Que de nada servía esconderse. Por mas que permaneciera agachada en el pequeño espacio entre la rama y la pared, la encontrarían para matarla.

Su corazon latia rápidamente y sus sentidos estaban mas agudos que nunca. A pesar de que dentro de poco iba a estar muerta, en ese instante nunca había estado tan viva.
Era necesario que muriera para concluir con todos los desastres que habían sucedido hasta ese momento. La querían a ella?, pues la tendrían. Sabia que pronto se cansaria de huir y debía entregarse, terminar con todo esto lo mas pronto posible.
Si lo pensaba mucho, el miedo la iba a paralizar. Tenia que actuar ya.

Tras culminar con todo esto, volverían por fin la paz y la calma. Mientras mas pronto mejor.
A lo lejos estaba la dama elegante y admirada. Caminaba alerta, con el arma en la mano mientras buscaba por los alrededores y llamaba con voz dulzona.

Varios guardias y demás personas buscaban dentro del edificio.
Podía presentir como forcejeaban la puerta de su habitación para entrar. Se había escondido en diferentes lugares por todo el edificio hasta que había conseguido salir para escapar, pero allí la esperaba aquella mujer que con tanta firmeza y valores la había educado...para matarla. La llamo por su nombre, le dijo que saliera, que se enfrentara con su destino...

No pensó mas. Sin despedirse de la vida salio corriendo de donde estaba. Varios hombres que iban pasando la vieron asombrados mientras corría en dirección a la dama, con fiereza, hasta que esta le lanzo varios disparos sobre su cuerpo, se retorcio por el dolor de las balas, gritando en un baile de muerte mientras la mujer elegante le disparaba una y otra vez, regalandole su odio, convirtiendola en materia inerte, quitándole la vida.

Despertó sobre el suave y apacible lecho, en la habitación iluminada por los primeros rayos del sol.
Ese día vistió la misma ropa, habitó la misma casa y recibió las mismas balas...esta vez provenientes de la boca, y no del arma, de su madre.

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