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Soy un joven escritor de profesión, lector
de vocación... y debo decir que esta adicción a las obras
literarias no tiene origen aparente más que la propia curiosidad pues nadie me
ha inculcado de manera alguna el amor a los libros.
Trabajo
en el diario local, me he dedicado a escribir artículos, sin embargo
ésa es la explicación oficial que doy cuando me preguntan a qué me dedico
puesto que sobre todo, más que incluso comer (lo cual de hecho a veces olvido)
soy un 'omnívoro de libros'. Mi sustento, mi elixir lo obtengo en
lugares apartados, bebiendo el suero de los grandes clásicos los cuales he
leído varias veces; no haciendo otra cosa en mis días que sufrir las desdichas
de los personajes, conocer a fondo a los autores, figurarme los pintorescos
escenarios, estremecerme ante relatos escalofriantes, o detestar la ingenuidad
de algunos de los personajes ; las últimas tres obras que volví a leer
completas justo ayer fueron 'El conde de Montecristo', 'La reina de la horca' y
'Sentido y sensibilidad' (como verán, no tengo predilección por algún genero en
especifico); he ocupado mesas de cafés como mi morada durante horas; parques,
plazas...
No
cuido mucho mi apariencia pues el mundo de mundos que revivo en mi cabeza a
cada instante ocupa mayor lugar en mi lista de prioridades que eliminar o no mi
barba cada mañana. Anteojos pasados de moda, sombrero, los mismos zapatos (no
porque no tenga más, sino porque son los más cómodos) en fin, me llame o no la
atención el titulo; sea un clásico o no; este respirando o enterrado el autor;
libro que cae en mis manos, libro que leo.
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Voy esta tarde al
encuentro de una especie similar a mí. Una muchacha que conocí en
un encuentro literario la semana pasada. Tan compatibles fueron nuestras
ideas y similares nuestros intereses que no podíamos cesar de hablar, así que
pautamos encontrarnos hoy en el café que más frecuento.
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Llegue
al lugar, solo habiendo modificado un poco mi breve rutina de acicalamiento
pues en esta ocasión tendría la compañía de una persona y no de un libro,
resultando igual de interesante o más, ya que ésta tiene a demás la capacidad
de escucha.
Ya estaba sentada.
Había elegido una mesa apartada. Me saludó amablemente e hizo alusión de manera
jocosa a mi aspecto resaltando que al igual que el ingenioso hidalgo, la
adicción a los libros afectaba de forma severa mi apariencia.
A ver, qué estas
leyendo actualmente.- pregunté
A Goethe- respondió
rápidamente- he abierto de nuevo a Werther
Fue una de las
primeras obras que leí completa.-respondí.-
Lo mismo yo-dijo- es
ésta la tercera vez que lo recorro y no deja de encantarme
? Y eso por qué? A
caso no encuentras, al igual que yo, mucho más provechoso saborear una obra tan
solo un par de veces y dejar tiempo para recorrer nuevos autores y aun ser fiel
a nuestros gustos?...digo, las que aprecio lo suficiente por su importancia,
encuentro que aún al leerlas por centésima vez deja de ser una pérdida de
tiempo...
Tiene
su explicación- dijo ella- tienes tiempo para una buena historia?
Siempre- respondí con
una sonrisa- y más aun si es real
Lo
es. Conoces la cárcel de Concepción?- comenzó-
pues allí conseguí mi trabajo actual. A veces me sorprende la
versatilidad de nuestro oficio, para los que nos dedicamos a esto de lleno. Han
instaurado allí un programa para los reclusos, similar a uno
que surgió en Brasil recientemente, que consiste en darle un libro
cada semana, el cual deben leer completo y hacer un informe el cual me encargo
de evaluar; en el caso de Concepción la cantidad de libros que lean
no reduce sus años de pena, sin embargo, acerca o bien extiende el tiempo
de su libertad condicional... es muy dependiente de cada caso en particular,
sin embargo, por bien que conozco la obra Werther, me he visto obligada a
leerla de nuevo debido a un impactante ensayo escrito por uno de los reclusos
durante la última semana...llevo con él varios días desde que cayó en mis manos
y aún no le he puesto calificación pues me ha tenido absorta desde que lo leí y
me ha hecho volver al libro para mirarlo desde otro punto de vista, con los
ojos de Damián.
Una
de las cosas que más me impacta de este ensayo es la persona que lo escribió.
Al percibir semejante coherencia y sensibilidad tuve que preguntarme si
ciertamente lo había escrito un criminal o de ser así como había llegado
semejante romántico a la cárcel. Sin embargo, la idea que me figure de la
persona que lo había escrito distaba mucho de la realidad. Pedí hablar con el señor
Damián personalmente. No fue tan fácil que me lo permitieran; incluso me
advirtieron que se trataba de un hombre violento e impulsivo. Creyéndolo mucho
menos y con más ganas aun de conocerlo seguí presionando y lo conseguí.
Esperaba
ante el cristal que nos separaría. Uno de los oficiales rompió su silencio para
hacerme la siguiente salvedad: "Damián se debe haber sorprendido... es la
primera visita que tiene en años". Fue bastante extraño para mí que aquel
hombre hiciera esa aclaración que debería de ser para él innecesaria.
Ante
mi se presento un hombre joven. Lo primero que me llamó la atención fue su
inexpresivo rostro, sereno, ojos grandes, tez trigueña. Tenía la cara alargada
y de su cuello colgaban dos cordones negros, uno de ellos tenía dos cruces de
madera pequeñas y el otro un colmillo. Era fornido y alto. Tenía un arete en el
lóbulo izquierdo y una ceja rasgada. Me miraba con ojos serios. Sentí mi garganta
reseca. 'Como está señor Damián?' dije reuniendo valor. Que desdicha la
nuestra! siendo excelentes con las palabras a la hora de redactar, nos
limitamos tanto a la hora de hablar...
Parpadeó
con lentitud y ladeó la cabeza. 'Quiere algo de mí?' dijo con voz grave. 'Vera,
Damián...-respondí- me llamo Adela. Soy la encargada de corregir los ensayos
que envían ustedes acerca de los libros que leen cada semana y esta en
particular me llamo la atención el tuyo. No había reparado antes en tu nombre
por lo que debo pensar que es la primera vez que participas en el programa de
lectura, es así? '
'Me
tome un tiempo con ese libro' fue su simple respuesta'. Permanecí muda unos
segundos, y decidida continué...
'Damián
Caimbra...de donde es tu apellido?' me contestó que su padre era de ascendencia
brasilera, coincidencia. ‘Pues bien, tengo aquí el ensayo que escribiste... tu
escribiste eso cierto?' asintió como si le hubiesen hecho una pregunta estúpida.
'Pues si así fue, me pareció muy bueno, pues no sólo leíste el libro, sino que también
captaste cosas en él que ni yo misma había notado...estoy realmente sorprendida
por el enfoque de tu ensayo, me pareció muy vivo, cargado de sentido...' yo
hablaba despacio y tratando de que entendiera cada una de mis palabras, sin
terminarme de convencer de que aquel individuo rudo fuese capaz de reproducir
por escrito tan deliciosos argumentos. De qué sirve la vida, si nos
prendamos de una indescriptible criatura para no poderla compartir completa con
dicho ser amado... fue una de las frases de su ensayo.
Al parecer Damián no
le aportó mucho a tu curiosidad.- dije a Adela- pero me ha despertado un interés
enorme tu historia... que ha pasado con él?
Le
pedí que escribiera un ensayo sobre 'El amor en tiempos del Cólera' para la
semana siguiente...que lo hiciera de manera personal, así mismo como hizo con
Werther. Me dijo, de lo poco que me permitió confirmar que fue el autor de
dicho ensayo, que sentía al igual que Werther que su forma de pensar era mucho más
apasionada que la de los demás... pero me lo dijo con tal seriedad...Sabes, se
me encoge el corazón de pensar que puede que tenga ciertas cosas tan
reprimidas... o solo es bueno utilizando la mente, como hacen muchos
criminales. Necesitaba aclarar esto y pregunté por el crimen que lo había
llevado a la cárcel. No me agradó lo que supe.
Será
que al igual que Werther sí es más apasionado que los demás...pero de una
manera violenta, agresiva. Guardando sus arranques emotivos, para soltarlos en
lapsos cortos de terrible descarga, siendo como es de pasivo la mayoría del
tiempo. Eso era lo que me parecía. Pero al leer su ensayo una y otra vez.... parecía
el ser más sensible y espiritual; describiendo el amor del protagonista de la
obra como un "amor distante de todo sentido y razón, no dejando de nacer,
sabiendo que sería difícil, negándose a morir incluso con la muerte física del
protagonista"... a demás decía "aun espero encontrar en mi vida,
igualmente, el objeto de ese amor que sea a mi mas fuerte que todo sacrificio, más
fuerte que mi ira, mi descontrol; más fuerte que mí mismo"
Damián
fue acusado hace unos años de haber asesinado a su padre. A penas tenía
diecinueve años cuando entró a la cárcel. Tiene ahora 22. Pero en su mirada,
esos 3 años parecen 30.
Y aún estas esperando
el ensayo del Amor en tiempos del cólera?- pregunté a Adela.-
Si. Si deseas te lo
muestro, una vez lo haya hecho.
Y así la joven
escritora y yo quedamos en encontrarnos la siguiente semana para continuar con
la interesantísima pero sobre todo real historia del preso Damián.
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