jueves, 3 de enero de 2013

El primer signo de que estuvo conectado fue la mirada de segundos infinitos que consiguió decirlo prácticamente todo. Es decir... todo lo que yo quería que me fuera dicho.
Aparentemente quería ser un lienzo a favor de lo que apetecía mi mente y se prestaba para ello, queriendo o como quien no quiere la cosa. Esos segundos le permitieron a ella -la que piensa lo que quiere- escapar de su aburrida realidad para viajar en el redondo y profundo mar que era su iris, dándole instantes, igualmente eternos, a mi corazón - el que siente lo que quiera- para reír a carcajadas y burlarse en la cara de la peligrosa realidad.
Irremediablemente caigo en lo que desde un principio quería decir, intentando sin éxito alguno explicar de manera técnica y carente de emoción algo que solo conozco, o conocemos nosotras tres. -las dos que hacen lo que quieren y la que se ríe y las deja como madre a quien le importan poco los desastres de sus pequeños; esa soy yo-.
Llego con todo esto a la conclusión de que, como cualquier animal, o hasta objeto (con los cuales solía hacerlo en mi infancia) simplemente termine reflejando en sus ojos vacíos lo que hay en mi interior.
Que bueno es conocerse uno mismo y retirar toda responsabilidad de los sentimientos propios a cualquier otro ser que, quien sabe, pudo hasta haber sido producto de mi imaginación.

1 comentario:

  1. Hola Pao, excelente post, te deseo un muy feliz año 2013, lleno de paz, salud y prosperidad.
    Un gran saludo de Oz, desde:
    http://leyendas-de-oriente.blogspot.com/

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