martes, 7 de mayo de 2013

Ajillo o Campana


A lo largo de las aceras de la avenida Bolívar se encuentran esparcidas unas flores suaves, de color purpura pálido, cubriendo el camino desde el colegio hasta la casa Bermudez, que se encuentra justo al frente, distando bastante lo que era en mi niñez, de la foto de mas abajo.
En ese entonces era azul. Lo mas parecido a una casa de cuentos que conocía. La verja pintada de blanco dividía de la acera poblada de ajillos el tupido jardín, lleno de frágiles y a veces resecas plantas, enredaderas, llegando estas a invadir una segunda verja que dividía el jardín del amplio pórtico. Estas daban unos frutos verdes y pequeños que se pegaban con facilidad en la piel.
Te daba la bienvenida una sala con puertas a ambos lados. En ese entonces no recuerdo con exactitud los muebles que habían, pero si que el suelo de toda la casa era rustico; avanzando hasta una estancia donde se encontraba el comedor, retratos, las puertas a las habitaciones en las cuales había mas de una imagen religiosa; recuerdo las camas con barrotes blancos, el encendedor de un único bombillo sobre la misma y el cable que los unía colgando sobre la cama. Recuerdo las enormes ventanas de puertas blancas que daban al lateral del patio.
Otras habitaciones mas agradables y frescas eran ocupadas por una tía y su bebe que hoy en día tendrá unos 16 años.
También estaba terraza y la cocina. Lugar de juegos y de historias.  Recuerdo incluso su olor. Recuerdo el sabor del agua con azúcar en el vaso rosado plástico y como me entretenía mientras bebía al ver los dos círculos que se formaban por la sombra del mismo a la luz de un candelero. Recuerdo las muñequitas plásticas diminutas con los brazos encorvados cuyo único accesorio era un pañal de tela y en raras ocasiones hasta un pequeño biberón. Como olvidar el temido pasillo que conducía al baño, entrando por la cocina, del cual contaban historias, pues era oscuro, largo y con un cuartito lateral en el que había una nevera y mas cosas; y cuando por fin llegabas al baño, incomodo, oscuro, amplio y con una sola luz proveniente de una muy alta y angosta ventana... lo único que deseaba era salir de allí lo antes posible.
Recuerdo el patio al cual se accedía bajando una incomoda escalera y al fondo del mismo unos cerezos de frutos amargos.
En el recorrido del colegio a la casona, le llevaba un puñado de estas flores que hace poco supe que son llamadas "campana" o "ajillo", a una anciana cuya piel suave, blanca y arrugada se me hacia idéntica al cáliz de estas. Recuerdo como jugaba con los "pellejos" que le colgaban de los brazos y del cuello. La recuerdo siempre en su silla de ruedas y su voz quebrada; pero lo que mas recuerdo eran sus ojos azules como de gato; negros, muy negros en la pupila y en el iris tan azules que casi se difuminaban con lo blanco. Y en mi razonamiento infantil recuerdo verme en la disyuntiva de por qué si las había encontrado en la calle esta señora me decía agradecida que eran flores muy caras. Hoy en día lo comprendo.









martes, 30 de abril de 2013

hoy sentí la presencia de Dios
mientras caminaba
pude sentir como Jesús marchaba a mi lado
como tomaba mi mano

un regocijo en toda mi piel me hizo saber que me abrazaba
y pude olvidar todos mis miedos
por largos momentos
cada cosa a mi alrededor me hablaba de El
o El me hablaba a través de cada cosa a mi alrededor
y abrace la vida
y ame
y fui feliz
como lo que es realmente ser feliz
paz a pesar de
y por encima de
todo problema y situación

todo lo anterior sonara a cliché
pero El me acompaña
te acompaña

me hizo saber
que aquello que busco y no se lo que es
pues no me siento conforme con nada
nada me llena

es El a quien busco

martes, 23 de abril de 2013

Concepción VII




Sostuve en mis manos el diario, a su lado, bajo nuestra sombra acostumbrada, cayendo poco a poco en cuenta a medida que iba leyendo el artículo escrito por el, narrando de una manera literaria, como yo había conocido a Damián, contando la versión que sustentaba su inocencia, describiendo la manera en la que el hacia los informes y devoraba libros, aclarando al final que se trataba de un caso de la cárcel de Concepción. Junto al artículo, en una columna a la derecha, ponía algo escrito por Damián… era su interpretación del libro “La vida es Sueño” con el encabezado “Soñé haber despertado” haciendo referencia de una forma brillante a la obra, relacionándola incluso a todo lo que había sucedido después de conocerme.

Ella miraba el diario sin que su expresión me proporcionara el mas mínimo dato acerca de lo que en ese momento cruzaba por su mente, con relación a eso que yo sabía que tanto le importaba. Le explique que varias personas tras haber visto el artículo se habían manifestado a favor de que el caso llegara a un desenlace justo y, llamando así la atención de las autoridades, volvieron a evaluar el caso llegando a la conclusión de que no presentaba los cargos por los que había sido apresado. Luego le dije lo mucho que lamentaba no habérselo contado antes de que se hubiese llevado la sorpresa de la noche anterior.
Ella volvió a leer la columna… dejando que se le escapara una sonrisa, dejándome saber de que era mientras leía la parte que hablaba de ella haciéndome consciente de que no me arrepentía en lo mas mínimo de haberlo ayudado a salir. Es lo que ella quería. Es lo que el merecía.

-Aun me siento algo confundida- fueron sus palabras después de un rato de haberme escuchado.
-y que piensas hacer ahora que sabes que es libre- dije temiendo un poco la respuesta. En el fondo, imaginar que lo buscara despertaba el ser egoísta tan dormido en mi, el cual prefería que ella estuviera lejos a que dejara de mantenerse cerca de mí, compartiendo todo lo que ambos amábamos -aunque fuese para obtener mi ayuda, con lo cual me conformaba-; solo por abrir las puertas a esa misteriosa relación con el ex convicto.

-en primera instancia… diría que ya todo lo que pude haber hecho por el ya lo hice…-dijo pronunciando sus palabras como si las leyera de algún lado- se veía anoche como lo que es ahora…un hombre libre.
Tras haber permanecido en silencio breves momentos más, llego a desahogarse poco a poco, llegando a catarsis, cosa que supe cuando me dijo que era probable que únicamente ella tuviera influencia alguna sobre él cuando estaba preso. Que podía ser posible que hubiese sido dejada atrás junto con los muros de la prisión.

-No supongas nada, Ade. –fue lo único que me permití decirle al respecto. Se mostraba en paz. Difícil me había sido hasta ese momento prodigarle alguna muestra de cariño, debido a la relación tan casi exclusivamente intelectual que habíamos tenido; sin embargo la necesidad de convencerme a mí mismo de que realmente se encontraba a mi lado, sumada a la tranquilidad que secretamente me producían sus conclusiones, puse mi mano sobre su hombro y estampe un beso en su cabeza. Atento a la más milimétrica de sus reacciones, no pude apreciar ninguna alteración de la normalidad; simplemente en una fracción de segundos tomo mas aire de lo normal, haciendo que mi mente quisiera engañarse a sí misma disfrazándolo de un suspiro.

Los días posteriores fueron tranquilos, mencionando poco menos de lo necesario, lo ocurrido. Le manifesté mi intención de conseguirle trabajo en el diario, seguro de que tendría éxito. De alguna manera ella priorizaba mi compañía y eso me gustaba. De cualquier modo, no dejaba de sentir que todavía le quedaban dentro ciertos restos de aquello que callaba y que yo no indagaba.

Pasa el tiempo. Puedo decir que todo esta saliendo bien. Todo ha salido bien y estoy contenta. Pronto iniciare un nuevo trabajo, agradecida de no tener que regresar a la academia a dar clases, lejos. Ah… la academia. A veces me asalta el recuerdo del rostro trigueño del Señor J.P…. y lo relaciono con algo tan familiar.

Salgo casi todos los días con él. Nuestra relación se ha estrechado de tal manera que de ser vista desde afuera parecería que somos pareja. Entiendo que lo que tenemos es demasiado hermoso como para convertirlo en otra cosa que no fuera amistad de la mejor que hay. Me han comentado incluso, casi con indiscreción, que él se preocupa bastante, que sería excelente para mí.
Y Damián. De a poco me he acostumbrado a la idea de que el lapso de tiempo en el que ocupaba un lugar en mi vida se ha ido extinguiendo, dando inicio de manera subrayada desde el momento en que lo vi con aquella chica.

Desdicha la nuestra, la de los que soñamos antes de que las cosas sucedan siquiera. De los que tenemos un mundo interior tan grande que nos hace envolvernos en nuestras propias historias haciéndonos confundirla con la realidad llegando a engañar incluso a mi corazón. Quizá de alguna manera me haga bien comenzar a crearme historias en torno a mi amigo… después de todo, el ha hecho tanto por mí. Le importo… y a Damián… bueno. ? Que esperaba? Es un alma salvaje. Su corazón seguramente dio riendas a una alternativa libertad mientras escribía sus ensayos. Uno no puede esperar que el rio frene su cauce; ¿quien ha de pretender que el viento se siente sobre una piedra a contemplar una margarita? ; Nadie puede esperar que un tigre persiga una mariposa o que un ser criminal permanezca fiel a una caricia de papel.

Un día me dicen en el nuevo trabajo que tenía que entregar unos papeles al diario, los cuales no tenía conmigo. Fui a buscarlos a la oficina del programa y mi superior, tras saludarme afablemente, me dijo que esos papeles se encontraban en las oficinas de concepción.

-Ciertamente… -recordé. Le di las gracias y me dispuse a ir a buscarlos, preparando un amortiguador interior para el recuerdo. Tras llegar y ver la enorme entrada, uno de los guardias me acompañó a la oficina. Me hicieron esperar unos momentos. Luego me hicieron pasar y me los entregaron. Cuando me iba, veo de lejos al oficial que en aquellas ocasiones me había permitido el acceso a Damián. Esa sensación. Ese ver un rostro que me presumía tener más historias de las que en realidad vagamente tenía. Me pregunte que me estaba pasando, pero llegue a la conclusión de que simplemente quien escribe va de a poco fusionando historias que les adjudico a un rostro con la realidad distante a aquella persona.

Entre tales pensamientos, un impulso hizo que uno de mis latidos me golpeara por dentro y me volví a preguntar por Caimbra. Me dijeron que le habían dado una indemnización y que se encontraba trabajando y reintegrándose a la sociedad. Sentí una réplica de las veces que había sentido el oxigeno tal cual alimentando mis pulmones. Un agradable y cálido bálsamo hizo que mi rebelde corazón permaneciera tranquilo.

Una vez en casa, levante el teléfono para ver donde comeríamos aquel día. La contestadora. Qué extraño. Comienzo de lejos a escuchar el sonido de una armónica. Al principio me pareció haberlo estado imaginando. Pero tras unos momentos más me fui dando cuenta de que era real y se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta. Me asome por la ventana.

Caimbra estaba allí, recostado de la verja de entrada, sosteniendo el instrumento ante sus labios. Mi primera e involuntaria reacción fue cubrir mi boca con una mano. Me quede inmóvil unos instantes y volví a mirar. Continuó tocando y al notarme se detuvo y bajó la armónica para quedarse sereno.
Tomé aire y crucé la puerta. Avancé unos pasos. Pocas o casi ninguna vez había podido verlo ante mí de pie, en toda su altura, tras haberse erguido al ver que salí. Tenía mejor aspecto. Su rostro se veía limpio; no llevaba el arete pero sus cruces me recordaron que se trataba del mismo de la primera vez. Me miraba sin expresión. Le dije que pasara y posteriormente nos encontrábamos dentro, intercambiando pocas palabras; él me siguió hasta la cocina. Algo me impedía acercarme mucho, siquiera tocarlo.

-¿tienes hambre?
Me dispuse a preparar la comida. El no mencionaba nada relevante pero sus ojos no dejaban de seguir cada uno de mis movimientos. Comimos aún en silencio. Silencio que me llenaba de tal manera que no deseaba más nada. Simplemente saberlo cerca, saberlo libre, saberlo feliz. Simplemente había tanto que decir que las palabras no sabían cómo abrirse paso.

Momentos después de silencios interrumpidos por comentarios acerca de los nuevos trabajos de ambos, en los que hablaba tranquilo, mirando la mesa… me quede mirando su rostro. Se sentía diferente que estuviese aquí. El sintió de alguna manera mi mirada y clavó sus ojos en los míos, petrificando así mis movimientos.

-Gracias- dijo calmado, luchando porque aquella pequeña sonrisa no se le escapara.- por todo.
Una vez se hubo marchado, me desplomé en la cama, con la mirada perdida; en un estado de no saber qué sentir, ni qué pensar; pero muy consciente de lo que quería sentir y pensar. En ese momento recuerdo la foto y cómo Damián había escrito en su carta que vendría por ella. Pudo haberlo olvidado.




Era un domingo por la tarde y tomábamos sol en el patio mientras leíamos a Rubén Darío. Amo la pureza de nuestra relación. Ella leía para ambos el cuento parisiense de La Ninfa.
“La cadera a flor de espuma parecía a veces como dorada por la luz opaca que alcanzaba a llegar por las brechas de las hojas. ¡Ah!, yo vi lirios, rosas, nieve, oro; vi un ideal con vida y forma y oí, entre el burbujeo sonoro de la linfa herida, como una risa burlesca y armoniosa que me encendía la sangre.
De pronto huyo la visión, surgió la ninfa del estanque, semejante a Citerea en su onda, y recogiendo sus cabellos, que goteaban  brillantes…”

- …el delirio de los poetas- dije- que sin malicia alguna contemplan absortos la rosada carne de las ninfas.-
En ese instante ambos compartimos nuestro silencio. Solo la escuchaba respirar y ella a mí.
De un momento a otro ella decide entrar y la sigo. Como si todo pasara de manera irreal, y dejándome sin palabras, ella me retira los anteojos sin avisar, y me quedo viendo puras sombras. Veo de manera borrosa su silueta y como se mueve cruzando la sala. Avanzo pocos pasos sin saber si reírme o asustarme.  Decidí hacer lo segundo al darme cuenta de que se despojaba de su vestido. 

domingo, 7 de abril de 2013

Bestia


Paseaba su mirada por todo alrededor, acariciando con sus ojos de bestia cada rincón, con todos los sentidos en tal alerta que me parecía que era capaz de escuchar el latir de mi corazón que palpitaba con enorme y dolorosa intensidad esforzándose por hacerlo en silencio para no ser escuchado y me daba la impresión de que en cualquier momento iba a saltar fuera de mi pecho.
Sus ojos feroces detuvieron de repente su recorrido fantasmal y se sembraron sobre mi, clavando mis pies al suelo con su mirada aterradora, socavando un profundo y doloroso hueco en mi estómago. No podría describir el frío que en aquel momento se apoderó de cada una de mis extremidades, acompañado de un caluroso hormigueo que acalambraba mi pecho.

Su respiración, que hasta ese momento había sido constante y sofocada, se hizo de pronto silenciosa y aguda. Era como si toda la ira del mundo se concentrara sobre mí en esa mirada, que me acusaba despiadadamente de existir y quería con todas sus fuerzas que dejara de hacerlo. Al saberlo, y dentro de todo aquel pánico que me inyectaba tanto odio en ese momento, una pizca de satisfacción salía a contrastar fruto de saber que al desquiciarlo, yo tenia cierto poder sobre el; al igual que saber que aun no me había matado.

Aun con mis pies clavados al suelo como estaban, sentí que una fuerza me sujetaba y no me permitia desplomarme. Espere en completa pausa su próximo movimiento, preparada para lo que viniera. Sus ojos continuaban allí, con su mismo odio implacable que manifestaba la profunda desesperación que le provocaba que mi corazón siguiera latiendo y a pesar de todo eso, no deje de mirarlo, con la misma fiereza amenazante, rentándolo con todo mi ser a que procediera al siguiente paso.

Y el oxigeno se abrió paso a través de mis pulmones ferozmente. Y como si un escudo protector se acrecentara en torno a mí, la ferocidad de sus ojos se transformo en inercia.
Se esfumo.

sábado, 6 de abril de 2013

Concepción, parte VI


Mi corazón decía "presente" y amenazaba con salirse de mi pecho al palpitar con violencia de una manera casi dolorosa. Miedo.
El numero gastado y oxidado de la angosta puerta me daba la bienvenida a una estancia de paredes desgastadas y hediondas de lo que supuse que era la celda de castigo. Trague en seco. No quería que mi respiración se escuchara. No quería que nadie notara que estaba allí. 

Me asome despacio temiendo aun mas que ser vista, temiendo lo que podía llegar a ver. Su torso estaba desnudo, mostrando las evidentes marcas de que había sido apaleado. Sus manos estaban esposadas en su espalda. Forcejeaba con brusquedad. Alguien lo sujetaba mientras le eran propinados fuertes puñetazos en el estomago, golpes que se hacían sentir en mi propio estomago. Gotas gruesas de sangre comenzaban a caer de sus labios. Posteriormente, tuve que ver como comenzaron a aplicarle descargas eléctricas. 
Sintiéndome incapaz de continuar espectando, me aleje tapando mis oídos y di unos pasos. Recorría el pasillo sin sentir siquiera mis pies tocar el piso. La cabeza me daba vueltas y sentí como si mi estomago se quisiera salir a través de mi boca, haciéndome vomitar mientras apoyaba una de mis manos en la pared maloliente. 

Podía sentir como las nauseas y el vértigo se convertían casi en dolor. Tanto así que me hicieron abrir los ojos y despertar de aquella pesadilla. Algo en mi se preguntaba que había sido de Damian en los últimos dos meses.
Ya por fin, hoy regresaría. Había esperado este día  para lograr acudir personalmente y hacer todo lo necesario para entregar el formulario, lo cual me hacia sentir ansiosa por llegar; tras haber llegado las vacaciones del año escolar que me permitieran regresar.
                                      .                .                  .                       .                   .

El me esperaba para recogerme en la parada. El día húmedo y frió explicaba su chaqueta de cuero. Sus anteojos empastados me hicieron reconocerlo de inmediato. Tan pronto chocaron nuestras miradas, sonrisas escapistas en los rostros de ambos hicieron aparición, conectando inmediatamente nuestros pensamientos. Tan pronto estuvimos a una distancia suficiente, mi amigo se abalanzo inclinándose para darme un abrazo correspondido por mi. Fue como un alivio tenerlo cerca.

Me llevo a mi casa, poniéndonos al tanto de todo, excepto de Caimbra; era tanta la aprehensión que sentía con respecto al tema que no encontraba la manera en la que podía iniciarlo. Me pregunto de mi trabajo, me detallo todos los pormenores que habían acontecido en mi ausencia en cuanto al diario, a los eventos literarios, nuevos libros leídos... todo excepto el programa de lectura.




Dicen casi con una frecuencia negligente, que los opuestos se atraen. Adela y Damian son polos totalmente opuestos: la suavidad de una sensible delicadeza  contra la fuerza de una fría tosquedad. 
 pero… ?y los iguales? Ella y yo somos dos seres con el mismo sabor. Y aun así es igual de armoniosa y complementaria nuestra fusión. Ya nos encontramos, ya sabemos de que hablar. Es como si hubiese un fluido libreto previamente escrito en nuestro inconsciente. Ella da las respuestas que espero escuchar y sabe que haré las preguntas que suelo hacer…todo en perfecto orden, restándole así, para mi, mas sentido al decir que dos contrarios han de tener mayor prioridad para estar juntos que dos iguales.
Desde que ella regreso todo se me muestra de un tono diferente. Tanto diferente a como cuando no estaba que a como cuando estaba previo a su partida. Algo me hace de alguna manera no verla igual…
Sabia que tan pronto llegara me preguntaría por Damian… Yo consciente de lo que había sucedido, sin saber muy bien por que, evadí el tema varias veces…. Y en cierta manera me arrepiento.

Verla mal por lo que vio...


El y yo acabábamos de salir de un ruidoso evento cargado de poesía, declamaciones y jazz, al día siguiente de mi llegada. Estábamos en el vehículo de regreso.  Decidí no pensarlo mas e indagarlo sobre Damian. Introduje el tema de la siguiente manera:

-Mañana visitare Concepción  Como te había mencionado, me parece que esta vez ya podremos lograr lo que nos propusimos y por lo que hemos venido trabajando desde hace tiempo... Según investigue, solo esperaban el formulario puesto que el Sr. J.P. había producido la llamada asegurando que Caimbra había completado el programa. \

Guardo silencio.

-Hay algo que sepas que yo no?... desde que llegue has actuado como si Damian jamas hubiese existido... dime que ha pasado!- dije subiendo gradualmente el tono de voz. 

Era la primera vez que no sentía esa coneccion con mi amigo. Por unos instantes me pareció que me encontraba junto a un extraño... y mas aun cuando detuvo el carro frente a uno de los bares.

-Necesito ir a un baño - dijo con una tranquilidad desesperante y se bajo, dejándome boquiabierta. Era lo ultimo que esperaría de el,... que le sucedía?
Decidi bajar e ir tras el... como podía ser tan cobarde. 

El lugar estaba plagado de personas. Era amplio y había mucho ruido. Camine a la velocidad que mis zapatos altos me permitieron, odiándolos en ese momento por no permitirme caminar tan rápido como El. En un momento tropecé  Torpe, con estos zapatos. Alguien me sujeto por el brazo para evitar que me cayera. Avergonzada le dije 'Gracias', evitando mirar a la persona que me había ayudado. Perdí de vista a mi amigo, y permanecí unos minutos buscándolo con la mirada. En una esquina cercana a la salida se aglomeraba un grupo animado y de aspecto callejero. Decidí esperar en el vehículo... de todos modos no se libraría de mi. 


Como si mis ojos quisieran jugarme una mala pasada, me pareció haber visto a Damian entre el grupo mas cercano a la puerta. Me distraje una vez mas mientras pasaban personas por delante mio, y al terminar estas de pasar confirme lo que me había parecido producto de mi imaginación. 

Caimbra estaba sentado con las piernas separadas, vestido con una camisa con las mangas hasta los codos, haciéndome llenarme de incredulidad y preguntarme una y otra vez si se trataba del mismo desgarbado y reventado muchacho que conocí a través del cristal.
No había espacio para la duda.

Al regresar del baño, puso su mano en mi espalda para indicarme que saliéramos. Al verme inmóvil dirigió la mirada hacia donde se enfocaba la mía. Los muchachos bailaban y hacían tonterías  una de las chicas halaba a Damian para que se pusiera de pie. Al este no hacerlo, se sienta en su regazo.


Silencio al subir al carro. Todo un conglomerado de pensamientos acudían a mi mente luchando cada uno por ser analizado. 
Tras un par de minutos finalmente dije. 

-Ahora me vas a decir por que no te habías tomado la molestia de dejarme saber  que Damian esta libre.

-Eso no te lo puedo decir. Pero si me lo permites, te haré saber todo lo que sucedió. 





miércoles, 3 de abril de 2013

Concepción, parte V


No había experimentado hasta el momento de abrir aquella carta un sentimiento tan parecido a una mañana de navidad como aquel. No faltaba mucho para experimentar de nuevo algo similar poco después de haber conocido al señor J.P. siendo esto ultimo un martes como cualquier otro, despertando, normalmente; orando, normalmente; acicalandome, normalmente; leyendo la carta, normalmente. La leía, como lo hacia a diario, mientras me trasladaba, con la misma emoción que la primera vez que la abrí  cuando mi mente dio un vuelco y en mi pecho aletearon dos mariposas al ver que contenía una foto; en ella aparecía un Damian adolescente, con el rostro sonriente, cabello mas largo y en rulos, rodeando con el brazo a un hombre de rostro cansado y aun así sonriente, con barba, alto, trigueño  Ambos se encontraban en lo que parecía un taller. Detrás de la foto decía escrito a lápiz de carbón  "Mi algo mas especial para mi alguien mas especial... esta foto es todo lo que tengo y usted es todo a quien tengo". Luego estaba la carta:

"Srta. Adela
Por fin tuve noticias suyas.  Las primeras semanas luego de haber perdido el contacto, fueron tediosas, extensas, llenas de tension y ansiedad. De a poco olvidaba hasta su cara. Algo en mi gritaba...'suelta toda idea que no sea que estas en el fondo, y de ahi no vas a salir'. Empece a tener mas problemas de lo normal con los demas reos, poniendome gradualmente mas agresivo de lo normal pero creo que se debia a que algo en mi reclamaba, algo en mi quedaba sin terminar de convencerse de que ud. se habia olvidado por completo de mi caso. Y me hice mas conciente de mi realidad. Volvi a sentir el frio de los muros, el hedor de los orinales, la hostilidad. De a poco me involucre con mayor frecuencia en peleas y rinas. Fui castigado varias veces. 

En medio de todo esto, se me hacia casi imposible concentrarme en la lectura. Sin embargo continuaba con los informes con el mismo afán  intentando con ellos llegar a arrancarle aunque sea una respuesta. En ellos terminaba siempre desviándome del tema principal por no haber prestado la suficiente atención al texto. Necesitaba saber lo que había pasado pues transcurría el tiempo alocadamente y cada vez se hacia mas tedioso preguntarme que había sucedido, a que conclusión llegaría todo esto.
Hasta que llego su amigo. Fue una sorpresa pues el tiempo que habia pasado me habia parecido muy largo
-Fue transferida a otra ciudad...pensamos que es porque su superior encontraba algo sospechoso en el avance que habías tenido con el programa y querían evitar inconvenientes con la ley...eso es lo que pensamos, pero créame, ella no lo ha olvidado. Ni por un segundo. 
Me explico todo lo que había pasado. Me dijo que aun trabajaba junto a su amigo abogado para estudiar las posibilidades de liberarme por lo menos de manera condicional. Supuse que para hacerle esa promesa a alguien que esta aprisionado debe ser porque realmente hay una posibilidad, de lo contrario, no la habría hecho... Pedí a su amigo que regresara cuanto antes para hacerle llegar esto. Espero no tarde. 
La verdad...fue bueno saber de ud. Quise enviarle lo unico que me queda de mi papa, para hacerle saber que yo de aqui voy a salir. Me rete a mi mismo a  recuperarlo. Iré en su búsqueda para con mis propias manos y en persona retirarlo únicamente de las suyas. 
Damian"

Era todo un regalo poder tener noticias de el...Y mas aun:  esa carta me daba la sensación de tener conmigo un pedazo de Damian, abriendo la posibilidad de un futuro encuentro.


Una vez terminadas las clases de aquel martes, me presentaron en el salón de profesores  al señor J.P., (Solo Dios sabe como y por que se encontraba en la academia aquel dia ) director de ciertos programas académicos y que por obra de algo a lo que algunos llaman "destino" tenia lo que podría ser la solución definitiva a la injusta condena de Damian.

El había sido uno de los colaboradores cuando daba inicio el programa de lectura en los primeros lugares en los que fue instaurado y había llevado el programa a Concepción. Fue como si el tema saliera solo pues tras haber tenido una conversación amena sobre cuestiones irrelevantes, justo cuando iba a poner la mano sobre el picaporte para marcharme, el me pregunto cual había sido mi anterior trabajo.
Cuando le  relate mi curiosa historia, quizás pensando que había hablado de mas, el me observa con rostro sereno y una sonrisa interna imposible de no percibir. Busco en su computadora unos momentos mientras yo lo esperaba con intriga... e imprimió un formulario el cual firmo y me entrego diciendo:

"Somos amantes de lo mismo, trabajamos para lo mismo. El único objetivo de la creación de nuestro programa es luchar junto con aquellos que desean su libertad mediante la libertad que da leer. Este es el formulario con el cual certificamos que los reclusos han completado satisfactoriamente todos los requerimientos para obtener un plazo de libertad condicional. Me comunicare de inmediato con los encargados del programa en Concepción. No necesita mas. Espero conocer algún día al Sr. Damian Caimbra... "


lunes, 18 de marzo de 2013

Concepción parte IV


       Soy una joven escritora de profesión, lectora de vocación... y debo decir que esta adicción a las obras literarias es lo menos que pude haber adquirido del ambiente en el que crecí, escuchando las declamaciones, poemas y tertulias; las criticas y autores, siendo el tema de conversación todos los días en mi hogar. 
Trabajo como maestra de literatura en la Academia del Arce, desde hace varios meses, en un programa que me obligo a trasladarme a una ciudad diferente, perdiendo todo contacto con mi antiguo programa de lectura de la penitenciaria de Concepción.
Cuando me informaron de mi traslado, fue una mezcla de despedida diplomática que a la vez me ofrecía un nuevo trabajo bastante lejos, pero que no podía darme el lujo de rechazar (oh misero destino de aquellos que nos dedicamos a la palabra escrita...tan poco valorado es nuestro oficio). Consciente de que los motivos de esta decisión iban mas allá; de que estaban ligados con el posible temor de que el programa de lectura en Concepción llevara a un posible fraude o a un posible caos, asumí todo esto junto con todo lo que conllevaba. No habiendo motivos para echarme, tuvieron resuelto el enviarme a una academia en la cual habían perdido un profesor, allegado a uno de mis superiores, quien con mucho descaro me recomendó para lograr sacarme del programa de lectura. 
Recuerdo que para trasladarme tuve un lapso de tiempo bastante breve, en el que tan solo tuve tiempo de escribir a mi amigo escritor para que no desamparara el caso de mi reo, ya que había yo perdido todo contacto con el programa, dejándolo inconcluso, sin siquiera teniendo la respuesta de quien iría a sustituirme. 
Por supuesto, escribí a Damian varias cartas, durante las primeras semanas de mi estadía aquí, no obteniendo de ninguna respuesta, suponiendo que las mismas no le habían sido entregadas por algún motivo. Damian se había convertido en mi diario pensar. Todos los días veía su rostro delgado mientras me trasladaba al trabajo. Lo imaginaba triste y solo, quizá guardando alguna luz verde difusa en su interior, motivado aun a leer, quizá sabiendo que me fui, quizás no. De a poco iba olvidando los pocos vestigios que me quedaban de su carácter, de sus facciones, de su voz. De a poco se me iba asemejando mas a un personaje ficticio, fabricado por mi mente, que a alguien físico. 
Había tenido pocas noticias y esto me preocupaba. Cortos y vagos correos de mi amigo diciendo que no había logrado contacto alguno con el programa y que no sabia a quien habían colocado en mi lugar. Impaciente, no veía la hora de que cayera el ocaso, rogando que pasara un día mas, solo un día mas para acercarme a obtener una noticia.
Fue como un respirar. Un sobre proveniente de mi amigo que al abrir contenía otro sobre. Escrito en el primer sobre por dentro decía: 
"Adela: Me alegra comunicarte que conseguí contacto con Damian. Ha sido difícil y perdona mi poca sustancia al informarte con decepción que no había conseguido nada. Créeme que moví cielo y tierra pero en tu empresa jamas me concedían ningún tipo de información. Tan solo pude lograr algo cuando tome la decisión de abandonar el sendero conocido y me presente yo mismo en Concepción. Lleve conmigo tu ejemplar de 'La Vida Es Sueno' que gracias a Dios olvidaste en aquel parque. Le explique a Damiantravés del cristal lo que había sucedido contigo y le hice llegar el ejemplar. Regrese poco después y me dio esta carta para ti. Se que lograr que el conozca lo sucedido y lograr hacerte llegar esta carta es, aunque no lo parezca, bastante significativo. No tuve mas tiempo de hablar con el pero tengo la intención de continuar con mi amigo abogado trabajando en nuestra intención. "
Se veía escrito al descuido, y reduciendo el tamaño de la letra a medida que llegaba al final del sobre. Observe el segundo sobre por unos segundos, meditando si leerlo a toda prisa o con lentitud, consciente de que de todas formas leería una y otra vez su contenido. Lo abrí rompiéndolo poco, y me sorprendió...

·          

Palabras de un bruto (por E.H.S.A)


Estas son palabras de un bruto, de un salvaje que derrumba torpemente todo a su paso como olas del mar  que pasan a través de un castillo de arena con ayuda de los pies incontrolables de pequeños niños.  Sin malas intenciones, sin deseo de hacerlas… solo pasan esos incidentes, como consecuencia es mejor que amarrado, que se amarre a sí mismo, se encierre en una prisión de cortos y lentos movimientos para no derrumbar más cosas. Prisión de la cual se libera con la llave de la música solo con el deseo de sincronizar sus movimientos y sentimientos con el ritmo de ella, porque así es que puede moverse sin restricciones y sin miedo alguno, puede ser él, puede relajarse y pasar de un estado casi estático a un estado dinámico.
Este salvaje, este bruto, soy yo…
No soy de los que escriben, no soy de los que se saben expresar de manera adecuada a través de la lengua, soy más de los que se expresan mediante diseños, producciones y baile. Mi mente no calla pero muy pocas veces derrama lo que tiene, cuando rebosa un poco del vaso, cada gota cae en punto determinado y distinto, ya antes mencionados,  en el que es usado rápidamente. Pero esta noche hay algo que lo está haciendo  mandar pulso eléctricos constantes a mis dedos y manos, dándoles deseos de escribir.
Muito tempo sin escribir, escribir por deseo, escribir porque sí, no por trabajo o  asignación. La última vez fue que mis dedos se expresaron de tal manera fue en un diario que no quiere ser leído porque hiere la emoción y anima el mismo desánimo. Así como de torpe soy así es mi diario con respecto a su efecto, no lo hace porque quiere… Y el otro cuaderno en el cual mis manos cantaron, un cuaderno más antiguo que el vendado y oculto diario, se encuentra descansando y durmiendo como la bella durmiente entra polvo y telas de araña, guardando en su interior no más que versos de un niño atraído por la fiebre de lo que coloquialmente llaman “artitaje”.
Esta vez no escribo por ese cálido sentimiento que inunda los corazones, ni que eleva a muchos hasta los cielos haciéndolos reposar en las nubes y sentir que la vida es perfecta. Tampoco escribo  por las líneas tangentes de etiquetas que pasan por el círculo de quien en verdad soy, pero es lo normal en esta pequeña zona de tierra firme rodeada de agua y en otros lugares más, sumando  que pocas son las líneas rectas que atraviesan ese círculo acertando en el blanco aunque ninguna llega a tocar mí importancia. Ni escribo tampoco por dolor, dolor provocado por el primer sentimiento mencionado, ni ningún otro, solo escribo porque SI. ¿Qué escribiré?… Nada, ya lo escribí, no hay motivo no hay razón no hay mensaje solo vagas palabras de un bruto y torpe salvaje. Quien lea esto, y quede insatisfecho porque esperaba más… no sigas esperando que no hay más, son como mis breves e insatisfactorias respuestas a preguntas con grandes expectativas en la respuesta. Mis dedos solo querían bailar sobre el teclado al ritmo de mis pensamientos, tal y como yo lo hago siempre con el ritmo de la música, ESO ES TODO…

… Aunque en un rincón de mis pensamientos, bajo la luz lámpara creo ver una motivación para esto, para mis dedos haber querido bailar y mi mente rebosar...    

jueves, 7 de marzo de 2013

Concepción parte III





-Gracias por ofrecerme tu ayuda- me dijo por teléfono cuando hablamos- envié a Damián una lista de los libros que leerá este mes… ese es el plan a largo plazo, sin embargo me ha comentado que lo suyo ha sido una especie de ‘negligencia’ puesto que nunca se dedicaron a investigar bien el caso y tampoco tiene nadie que le eche una mano para probar su inocencia…serias de mucha ayuda en este caso y te ruego me nos apoyes.

-debo hacerte esta pregunta. Soy consciente de que debe haber más de una razón por la cual lo quieras ayudar, sin embargo deseo que me la expliques...-

-Sabes bien que una vez conoces tan ampliamente los desiertos ajenos habrías de ser muy cruento como para simplemente saber que tienes a tu alcance una ligera esperanza para alguien perdido y no harás nada con ella.

-tienes toda la razón.- y así comenzamos a movernos. Jacobo, antiguo compañero de la secundaria, ya abogado, nos ayudo. Diario dedicábamos algo al caso de Caimbra, ella con sus informes, llegando Damián a tardar un promedio de dos días por libro. A sus superiores les sorprendió esto causando la proposición de una posible reevaluación del programa.

-Como podría un convicto sin acceso a la tecnología hacer tales informes?- defendió Ade.-

-Quizá lo que se debería ponderar sea su solidaria labor, Srta. – le respondió con cierta ironía uno de los colaboradores del programa. Sin embargo no tenían más argumento y le dejaron en paz. Me pregunto por qué les resulta a los demás tan chocante cuando ven cierto progreso…si, hasta yo me vi sorprendido con los brillantes informes y la velocidad con que eran devorados los volúmenes que se le asignaban al joven, sin embargo es más noble dejar dicha sorpresa en meras frases de admiración y no intentar detener ese progreso.

Tras haber leído el reporte que hizo de ‘Los miserables’ me termine de convencer el por qué Adela sentía tanto fervor por conseguir ayudarlo de alguna manera. Puede que alguien de su nivel, tras leer una sola vez la obra, comprendiera tan bien el humanismo y se identificara tanto con la redención del protagonista, asociándola con la posible oportunidad que se le presentaba, puede que un muchacho de su edad y condición comprendiese tal razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia, religión, la defensa a los oprimidos y otros matices de la novela?
La única que leía sus reportes era Ade y a quien esta quisiera enseñándolos  De hecho me había comentado y no me pareció mala idea publicarlos en un futuro, pero mientras tanto lo más prudente era mantenerlos en la confidencia.

Mientras se trabajaba en el asunto de probar su inocencia, ella trabajaba con él en los reportes al mismo tiempo que intercambiaban cartas para mí un tanto desconocidas. En una de las pocas que llego a mostrarme, Damián le contaba que pasaba horas absorto en las obras literarias, que su cerebro soñaba tanto de día como de noche y el tiempo se le esfumaba; que a pesar de estar preso jamás se sintió tan libre, que nunca amo tanto los libros como cuando fueron su única compañía, la única voz que le decía que la vida continua, que la vida existe, que la vida vale la pena.

 Le contaba –y con esto me identifique- que realmente nadie le había ensenado a abstraerse en la literatura de tal manera, que la curiosidad propia y la búsqueda de algo diferente, la magia de llenarse con otras realidades lo habían atrapado en su temprana adolescencia pero que nunca había sido tan completa como ahora. Le contaba que los libros le habían enseñado a burlarse en cierta manera de la realidad. Que le era placentero evocar todo tipo de escenas, recreándolas en su cabeza y burlar las rejas y la seguridad para viajar por Europa de la edad media, Latinoamérica del siglo pasado o Grecia. Le contaba que los libros le habían ensenado el atrevimiento de soñar, de desaprender que era un esclavo y aprender en su lugar que era capaz de tener una vida, de viajar, que era merecedor de ello y que aparte de eso tenía la posibilidad de lograrlo.

Un domingo estábamos Ade y yo disfrutando bajo una de mis sombras favoritas en el parque, comiendo Pringles y almendras, con ejemplares de Mario Vargas Llosa, Azul, Baudelaire y Moliere.

-El poeta, el cisne…cuando leo a Rubén Darío veo todo rosado!- río. Detesto y a la vez amo la afinidad de nuestras opiniones… por ende, si alguna obra me era desconocida y ella me la recomendaba, ya sabía de antemano que iba a ser de mi agrado. Podíamos pasar horas muertas en tal carrusel de comentarios, críticas y alabanzas.

-eh! Que tienes ahí, que no me has enseñado- dije al ver un pequeño morado volumen entre sus cosas.

-Cuan completo es nuestro arte…sin movernos nos hace amar lugares, personas, nos contagia el amor por la pintura y nos obliga a amar también el teatro!
Saco el ejemplar cubriendo el titulo. Lo abrió de una sola vez, como si esa fuera la página más consultada, incluso en ella parecía dividirse el libro. Comenzó a recitar y a la vez que lo hacía, el monologo era recitado en tres lugares a la vez: en sus labios, en su mente y en la mía… y ninguno de los dos miraba la pagina:

¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que dejan en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo ménos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apénas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña á tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando á todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de los cielos la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto á su huida;
¿y teniendo yo más vida,
tengo menos libertad?
En llegando á esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia ó razón
negar a los hombres sabe
privilegios tan suave
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
á un pez, á un bruto y á un ave?
Es verdad. Pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos:
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el Rey que es rey
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que á medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



Tras concluir el monologo, ella con su voz y con su mente y yo con la mía, una sola persona vino a nuestro pensamiento y bastó tan solo un gesto de complicidad para darnos cuenta de que en ese momento pensábamos lo mismo. 






lunes, 4 de marzo de 2013

Concepción parte II


Lo peor de mediante las ventanas de mis libros conocer tantas realidades diferentes es la inquietante necesidad de cambiar el mundo o al menos lo que veo diariamente, sintiendo, modestia aparte, que veo las situaciones cotidianas desde una especie de segundo piso el cual es de cristal, dándome otra perspectiva, como si viera las cosas como el espectador de una película de desastre en la cual por más que intente gritar a los personajes no me escucharan...
He pasado los últimos días aislado de todo. A penas hable con Ade el viernes pasado para cancelar nuestros planes de seguir conversando por motivos que no llegó a explicarme muy bien...
Fue esta noche cuando, al revisar mi correo recibí noticias de ella. Me contaba que habían pasado demasiadas cosas en torno a su trabajo y a los reportes de sus presos, especificando, contándome con lujo de detalles. El cansancio no impidió que continuara leyendo las páginas del adjunto tras la advertencia de la longitud y detalles de su relato.

 "Te advierto- decía su correo- que más abajo te explico a mis anchas todo lo que ha acontecido, sin embargo se que no solo te despierta interés sino que eres un individuo acostumbrado a digerir información en grandes cantidades...de cualquier manera siéntete libre de leer a la velocidad que gustes...me parece curioso; siento que me voy a convertir en tu libro humano!"

Me he dado cuenta con el tiempo de que un libro es como un platillo. -Decia el correo- No basta con intentar describir a alguien más su sabor pues esta persona nunca conocerá de lo que hablas hasta que lo pruebe. Inclusive puede que lo perciba de manera diferente y puede que le guste o no. Lo mismo sucede cuando leemos. Cada persona imagina las escenas a su manera, a su gusto. Para algunos puede ser repugnante, o sublime. Para otros aburrido o bien pueden llegar a identificarse. De todo esto me he dado cuenta con los reportes que me llegan. Como has de suponer, más de la mitad son escasos, perezosos. A penas dos párrafos haciendo un mal intento por engañarme, para suponer que realmente leyeron. Siento tantos deseos de dedicar una tarde a sentarme con estos caso, a hablar con ellos, a tratar de evocarles ese amor por la lectura, pero no puedo. Como te dije, como en el caso de los platillos, es necesario que experimenten ellos mismos el sublime placer de transportar la mente a otras realidades, de viajar sin abandonar tu silla, de vivir lo que otros viven…en fin.
Han sido pocos pero sustanciales los informes que me han logrado convencer de que realmente han leído las obras. Un caballero llamado Joaquín está a punto de conseguir su libertad condicional, pues la ha acercado tanto habiendo leído ya 32 libros en menos de seis meses. También esta el señor Antonio. Sus ensayos son bastante jocosos. Le sabe encontrar la gracia a todo, hasta a las historias más trágicas. Estructuro uno de sus ensayos como un poema, convirtiendo así la Ilíada de Homero en una comedia…
Son los menos, pero hay lectores bastante agudos, incluso algunos otros se han llegado a convertir en verdaderos críticos de la literatura…pero ninguno como nuestro amigo.
Te preguntaras sobre su reporte del Amor en tiempos del Cólera. No lo esperaba hasta una semana después de que se lo indique, de hecho pensé que tardaría más de una semana como hizo con Werther. A los dos días recibí el sobre con su nombre. Era su ensayo:

“Todo hombre debería tener por algún ser la devoción encarnecida de Florentino Ariza por su Fermina Daza. Una devoción que no puede ser llamada locura pues muchas veces la locura es pasajera. Tampoco puede ser llamada obsesión pues la obsesión es intensa. Esto no sé cómo se podría llamar, pero era algo pasivo, silencioso, expectante. Siendo pero dejando ser; no traicionando su sentir aun cuando no fuese compartido. No atándose a ningún otro ser aun cuando ella sí lo hizo. No masoquismo, pues su delirio y disfrute consistía en el simple hecho de aquella existencia, de aquel respirar, viviendo mas por ella que por sí mismo, desde que conoció sus ojos almendrados de trece años; hasta que abrazo por fin su cuerpo arrugado hacia lo mas postrero de los días de ambos sin aun todavía traicionar un compromiso ni romper otro corazón que no fuese el propio. Lo que Ariza conoció a lo largo de su vida no dista mucho de lo que esta aconteciendo en la mía. El deseo ardiente diario, a cada segundo, por coincidir por obra y gracia del destino con quien anhelaba estar, consciente de lo imposible, y aun así persistiendo en un sueno…mas que eso en una convicción de alcanzarla. Con una voluntad tan letal capaz de aunque fuese al final traer a la realidad, empujar desde lo imposible a lo posible, a lo palpable, eso que lo mantenía vivo, ese punzante empuje que lo hacía despertar y comer, que nunca lo abandonó. Para el ella era más que un sueno, era real y era su empuje. Para mí no se trata de una ‘ella’… o puede que sí. Más bien su Fermina es mi libertad ”

Me estremecí al llegar a esta parte del correo. Más que por otra cosa, por la realidad del intérprete. Un convicto con apariencia desfachatada, actitud indiferente, modalidades bajas en contraste con tal sentir…Continúe leyendo para conocer más acerca del sujeto.

A la mañana siguiente no tome el auto bus a mi oficina. Fui directamente a Concepción. ‘Esta no es hora de visitas’ me dijeron. Detesto el apacible carácter con el que fui dotada, sin embargo a pesar de el, permanecí de pie ante la recepción atando conjeturas en mi cabeza. El policía que me había hecho el comentario la vez anterior observaba inmóvil cerca de la entrada. Gire sobre mis talones para salir. Cuando puse mi mano sobre el picaporte el policía sujeto con un brazo la puerta. ‘Acompáñeme’ dijo.
Medio minuto después me encontraba caminando por el hostil pasillo de uno de los pisos de la prisión, junto al policía, siendo bombardeada por toda clase de comentarios y piropos obscenos provenientes de las  celdas a ambos lados del pasillo repletas de mugrientos hombres vestidos de naranja. Avanzamos hasta la celda 23 en la cual se encontraba solo sentado en un catre, con mirada perdida, Damián.
Nos miro con ojos de sorpresa, pero el resto de su rostro estaba serio. Estuvo a punto de ponerse de pie, pero permaneció allí con sus manos ligeramente unidas. Tenía algunas pulseras en la mano derecha. El policía abrió la celda y me indico que podía entrar. Permaneció a fuera mientras hablamos.
-Como estas?- comencé
-Es necesario que hagas esa pregunta?- dijo lanzando una pequeña sonrisa irónica. Su voz era difícil de describir. Supongo que es como el plato de comida o los libros. Debes escucharla para saber cómo es.
Decidí ir al grano
-Estoy aquí para confirmar que realmente eres tú el autor de semejantes informes… Damián, esto va mas allá de una simple felicitación. Deseo que extiendan lo más posible tu libertad condicional, y pienso ayudarte en ello.
Sus ojos brillaron y tragó en seco.
-Eso…se puede hacer?- pregunto con una pizca de temor en la voz
-Si colaboras…realmente se muy poco de ti… no conozco bien tu situación actual como convicto, tengo muy poco dominio de estos temas, sin embargo tengo cierto poder en cuanto al programa de lectura. Veo que tienes mucho coraje, es como si con todas tus fuerzas quisieras salir pero no haces nada al respecto.-
-todos somos culpables aquí… no hay quien los convenza de lo contrario…y nos hacen despedirnos de toda esperanza de ver la luz un día- hablaba tan serio, sus palabras parecían mas leídas que dichas. Me conmovió más que otra cosa.
-Esa no fue la actitud que percibí en tu último ensayo.-
-Y que podrías tu hacer por mi?- dijo otra vez con ironía.
-Te leíste en dos días un libro con el que tarde un mes…eres capaz de superar al Don Joaquín en cuanto a cantidad de libros y así lograr para ti un mejor pronóstico. Te asignarían ocho clásicos semanales hasta que tengas la sección de clásicos completa, luego iríamos recorriendo autores contemporáneos. Un informe diario y poco a poco habremos agregado tantos días a tu libertad condicional según el programa lo permita. Es todo lo que puedo prometer. Si pones de tu parte quizás…
-He asumido las rejas con mas sumisión que cualquier otro preso culpable –me interrumpió- lo que me propones suena a mucho. Me harías un gran favor no dándome esperanzas que no tengo
-sí que las tienes
-tú que sabes- dijo alzando la voz y poniéndose de pie con violencia. El carcelero comenzó a golpear las rejas para instaurar el orden y unos cuantos presos lanzaron carcajadas a lo lejos. Me puse de pie y pedí que me abrieran. Camine en compañía del policía a lo largo del pasillo. No deseaba pensar en nada en ese momento. Que había detrás de este muchacho que lo hacía querer y no querer ser ayudado… me odie a mi misma por meterme en lo que no me importa. Ese es el problema que enfrentamos muchos escritores cuando confundimos la literatura con la realidad. No porque alguien sea bueno expresando un sentimiento significa que realmente sea eso lo que siente. Quizá Damián solo se estaba desahogando pero no tiene realmente deseos de ser libre… quizá el crimen que cometió no deja ninguna posibilidad a que nada lo ayude, y realmente no quiere tener falsas expectativas. Me sentí avergonzada… pero recuerdo haber percibido en lo que dijo que de alguna manera no era culpable. Molesta conmigo misma pero a la vez satisfecha de mi osadía…y aun así molesta por el arrebato de Damián, acudí a mi oficina para continuar con los artículos que me había solicitado un amigo editor para su revista. Trabajar me ayudo a distraerme bastante. Transcurrieron tres días y al caer la tarde, cuando estaba recogiendo para ir de la oficina al auditorio donde tendría lugar el recital de poesía, me detuvo una compañera para poner en mis manos un sobre desde concepción. No comprendí por que decía Damián Caimbra puesto que no le había asignado ningún otro libro. El contenido de aquella carta llevo al motivo por el cual tuve que cancelar nuestra cita. Había escrito:
“Srta. Adela.
Antes que nada le pido disculpas por mi actitud. Junto con la incredulidad que sentía por sus dos visitas, estaba reacio a entender que alguien pudiese interesarse por lo que me sucede. Agradezco sobremanera su intención de querer ayudarme. Le suplico que no deje de asignarme obras, pues para mí los ensayos que le escribo son la única forma que tengo de desahogarme. Estoy en el infierno. Aquí las cosas se dicen a golpes o a gritos. Usted es la primera persona en años que me ha susurrado. A mi parecer han sido susurros. Deseo que me permita dirigirme a usted más seguido así no sea mediante informes, pues no tengo a quien escribir. Lo que me sucede, lo que pienso se va acumulando en mi mente y eventualmente terminara por volverme loco. No quisiera parecer suplicante. De hecho si le molesta que haya escrito también hágamelo saber. No deseo ser un cayo. Ahora, en cuanto a su plan para conmigo, no abandone las esperanzas. Tan solo aparento ser un caso perdido pero fue la única con quien pude darme el lujo de quejarme de mi realidad. A continuación le describo por que penden de un hilo tan fino mis esperanzas de salir algún día de Concepción:
El señor Jacobo Caimbra, mi padre, fue encontrado en el rio una madrugada silenciosa de un 30 de marzo, hace más de tres años. Fui el primer y único sospechoso de aquel ‘asesinato’. Si, la noche antes habíamos discutido. Sí, la noche antes había amenazado con matarlo. Sin embargo no fue más que un arrebato de ira, fruto de mi rebeldía, de la rabia de un adolescente resentido. Intente explicarle eso al juez. En el fondo sentía que en parte el era culpable de que jamás conocí a mi madre. El estaba muy disgustado por las locuras que yo había venido cometiendo. Peleábamos por el destino del beneficio obtenido del robo del último auto. Fue una pelea fuerte y asustábamos a los vecinos. El tenía mucha ira y bebía aquella noche.   No hay pruebas tangibles de que haya sido yo, más que un supuesto testigo, quien dice haberme visto arrojarlo al rio. La verdad es que tras haber discutido y habernos golpeado, me había ido lejos, sintiendo como una opresión intentaba aniquilar mi pecho.
De todos modos, Adela, aunque su plan funcione, tengo varios cargos. No soy cien por ciento inocente, pero no fui el asesino de mi padre. Al principio, al llegar a Concepción, yo cargaba fresca toda esa ira. Estaba adolorido por la muerte de mi padre y deseoso de llegar a los golpes con quien sea. Tuve muchos problemas por mi conducta y sufrí los horrores que menos se imagina y que no deseo que se imagine. Poco a poco fui aceptando el hecho de que ya no tenía nada y asumiendo el rol de autómata que se me impuso. Hasta hace nueve meses era menos que un hombre muerto. Los muertos por lo menos descansan. Yo sufría por tener que estar vivo. Luego llego el primer libro. Y el segundo. Y el tercero. Desde que llegue aquí nos habían dado la facilidad de leer pero no fue sino hasta que nos impusieron el programa por obligación y posteriormente empecé a escuchar rumores de que mientras más libros leyéramos nos facilitarían las cosas. No me entusiasme con el programa por el hecho de que había una posibilidad por tenue que fuera de una futura libertad, sino más bien porque me encontraba con otra libertad mediante las mentes de aquellos autores. Los primeros reportes que hice fueron bastante tímidos- diría que hasta me había des acostumbrado a escribir- y de seguro por eso no los había notado. Sin embargo todo aquello que iba guardando explotaba a la hora de escribir, aunque el fin no fuera desahogarme, me costó comprenderlo pero pronto me permití a mi mismo liberar mi pensamiento. Así hasta que llegue a Werther y creí haberme tomado demasiadas libertades a la hora de escribir. Hasta que aquel día llego usted. No creí que fuera a pasar algo así. Vera, quizá para usted haya sido una diligencia mas pero para mí fue el primer día digno de contar desde hace tres miserables años. No pido verla pronto. El tiempo se me hace más lento. Tan solo no abandone su plan inicial para conmigo, sea cual sea, y dele un poco de sentido a mis putrefactos días.
Placer saludarle
Damián Caimbra.”
Ese viernes, en lugar de acudir a su cita, me dedique a investigar. Jamás odie un tema tanto como odio lo legal, sin embargo, busque tanta información como pude. Volví a leer acerca del programa de lectura. Hable con mi superior “A la libertad condicional, en el caso que me expone, no se pueden agregar días, lo que se podría es acercar la fecha, evaluando la conducta del reo…lo que si seria significativo, pero eso ya no es de nuestra incumbencia, es que se demostrara su inocencia”
No pude continuar con el correo. Me propuse a mi mismo localizar a mi amiga lo antes posible…no era una hora prudente para llamarla así que le deje un mensaje, ofreciéndole todo mi apoyo para con el caso de Caimbra.


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