Aparentemente quería ser un lienzo a favor de lo que apetecía mi mente y se prestaba para ello, queriendo o como quien no quiere la cosa. Esos segundos le permitieron a ella -la que piensa lo que quiere- escapar de su aburrida realidad para viajar en el redondo y profundo mar que era su iris, dándole instantes, igualmente eternos, a mi corazón - el que siente lo que quiera- para reír a carcajadas y burlarse en la cara de la peligrosa realidad.
Irremediablemente caigo en lo que desde un principio quería decir, intentando sin éxito alguno explicar de manera técnica y carente de emoción algo que solo conozco, o conocemos nosotras tres. -las dos que hacen lo que quieren y la que se ríe y las deja como madre a quien le importan poco los desastres de sus pequeños; esa soy yo-.
Llego con todo esto a la conclusión de que, como cualquier animal, o hasta objeto (con los cuales solía hacerlo en mi infancia) simplemente termine reflejando en sus ojos vacíos lo que hay en mi interior.
Que bueno es conocerse uno mismo y retirar toda responsabilidad de los sentimientos propios a cualquier otro ser que, quien sabe, pudo hasta haber sido producto de mi imaginación.
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