viernes, 7 de noviembre de 2014

El primero de muchos

Hay muchas cosas que mi mente olvida rápidamente, pero hay otras que por alguna razón las recuerdo con bastante claridad. Recuerdo perfectamente mi primer dia en primero de primaria. Tanto así, que cierro los ojos y puedo verme sentada en aquella mesita y ver todo el salón. Todo era tan nuevo para mí. La pizarra verde, encabezada por el crucifijo, debajo de un abanico de techo. El salón era menos colorido que en aquellos que había estado antes. El uniforme era diferente. Solo sé que me sentía exactamente igual que tantas veces después. Muda. Solo observando. Es la primera vez que registro haberme sentido así. Como dije antes, la primera de muchas. 
Supongo que la razón de ésto es porque era la primera vez que me encontraba en un lugar en el que no conocía a nadie. En el que nadie me conocía. En el que me sentía fuera de lugar. El primero de muchos.
Recuerdo que me pusieron a trabajar con una niña llamada Denisse. Aún me sentía incómoda. Recuerdo mi mochila nueva. Era una maleta de ruedas, azul oscuro, con un gato amarillo. Para mí era genial. Pero todos tenían mochilas. Con el tiempo, terminé por odiar las maletas de ruedas. Bueno, en general, hacer a niños en crecimiento cargar con pesados bultos llenos de libros todos los días, como si fuesen animales de carga, no debería si quiera permitirse. Otorgo a ésto parte de la culpa por mi desviación en la columna y corta estatura.

Puedo recordar los cuadernos que hacíamos con dedicación durante todo el año. En él poníamos las cosas mas lindas y serían entregados a las madres en mayo. Eran de tamaño más pequeño que los cuadernos normales, y estaban forrados con papel de regalo. Mi momento favorito de las clases era cuando nos lo entregaban para avanzarlo. 

Recuerdo la planta "embarazada" que estaba fuera del curso de música. Una palmera con un ensanchamiento en el tronco. Recuerdo el descubrimiento de un terreno lleno de matas de plátano, detrás de la cancha. Recuerdo las cosas que quería hacer, como cantar, pero esos lugares ya estaban ocupados. Y poco a poco me fueron enseñando que era normal estar en el último lugar. 
Y no sé por qué me fué tan fácil aprenderlo y tan dificil desaprenderlo. Aun lo hago inconcientemente. Ceder. Esperar mi turno. Aceptar. 

Quizás cualquier cosa que le enseñes sin palabras a una niña de seis años, se quedará para siempre, como un hábito inconsciente e irrompible. 

Recuerdo ser molestada, recibir burlas, apodos. Y eso quizás lo recuerda cualquier niño. Pero lo extraño es que recuerdo aceptarlo. Recuerdo no saber defenderme. No saber que estaba mal que se burlaran. Recuerdo haber sentido que por alguna razón, lo merecía. Será que no se desarrolló en mí algún instinto de auto defensa? No lo sé. Solo sé que a esa edad, no lo tenía. 

Algo bueno salió de todo aquello. No sólo aprendí a seguir a delante luego de pasar por burlas. Me hice INMUNE a la vergüenza. Ya no me afecta. Simplemente sigo a delante cuando sé que he metido la pata. O cuando quedo en ridículo. O cuando alguien me subestima. Hago cosas que muchas personas no harían, porque simplemente sé que la vergüenza no mata. Bailar o cantar en público. Usar disfraces ridículos. Hablar frente a una audiencia. Ir a una excursión sola, sin conocer a nadie. Aprendí a ser independiente. A disfrutar únicamente de mi compañía. A sentarme a comer sola en un restaurante. A llegar sola a una fiesta. A soportar pasar un fin de semana completo sin salir con amigos, simplemente leyendo o viendo películas. A aceptar la entrada y salida constante de amigos a mi vida. A dejar ir fácilmente. A entender que nadie, absolutamente nadie es responsable de mi vida, sólo yo, y que la mayoría de las personas (excepto mi madre) me aprecian y valoran por el aporte que puedo hacer a su vida. No lo contrario. Y que si no me doy a conocer, no sentirán que soy necesaria para ellos. A fin de cuentas, todos hacemos eso, no? Exceptuando la familia, todos estimamos, valoramos o queremos a alguien porque aporta algo a NUESTRA vida. Ya sea amistad, buenos momentos o incluso cosas materiales. O simplemente porque nos agrade. NOS agrade. 
Quizás ahí radica mi problema. Nunca me esfuerzo por agradar a la gente. (A menos que sean clientes). No pienso en los demás, ni suelo ser "nice", porque simplemente me sentiría falsa. No finjo que me importas si no me importas. 
No es que soy inhumana o indiferente a las necesidades ajenas. (De hecho, siento empatía y aprecio por muchas personas a las que considero maravillosas) Hablo de lo emocional. De cierta dependencia que a veces se da. Despues de todo...aprendí a crecer sola. A entretenerme sola. A crear en mi mente relaciones ficticias con personajes que piensan que soy fabulosa. Después de todo... Es lo que todos hacen. Simplemente que les asignan esos personajes a personas de carne y hueso. Y ahí vienen las desilusiones. Algo de lo que me he librado. 

Hay muchas cosas que mi mente olvida rápidamente. Pero hay otras que simplemente recordaré hasta que deje de funcionar mi cerebro. 





domingo, 12 de octubre de 2014

Catarsis

Leí en la revolucionaria novela de Herman Hesse, Demian, la frase "El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas."

Y leerla fue escalofriante. Porque la relaciono conmigo en el sentido de que para no sucumbir tengo que destruir mi mundo. Mi mundo de protección. De comodidades. Un mundo en el que solo hay un punto de vista de las cosas. El lado correcto. Restrictivo. Juicioso. 

Y que hay de mi libertad? El dios Abraxas era descrito como un dios tanto del bien como del mal. Entender el lado malo de las cosas nos ayuda. Nos hacemos mas fuertes, sabios. Nos aprendemos a defender. 

El cascaron me hace sentirme mutilada. Suprimida. Anulada. Pero una vez roto el cascaron; no se vuelve a reparar. Esto me aterra.

Es hora de encontrar mi propio camino. De ser egoísta. Es hora de tomar decisiones que me harán ser alguien, y no seguir siendo un cero a la izquierda. Leí hoy, en un lugar que no debía de estar leyendo, que algunas mujeres nos esforzamos por una pareja que aun no conocemos y luchamos por hijos que aun no han nacido.  

Yo lucho por eso que puedo llegar a ser. No quiero traicionar a mi potencial. Esta ahí y no se quedara callado. El miedo me consume, pero voy a abrasar ese miedo, a aferrarme a ese miedo que me hace correr huyendo de la inercia. 

Y en cuanto a eso que deseaba y que no fue...que bueno que no fue. se trataba de otro refugio, otro cascaron...uno mas frágil cuyos días estaban contados. uno que solo iba a hacerme perder tiempo, distrayéndome. el pretexto perfecto para no enfrentar mi realidad. O mejor dicho, para no agarrar mi futuro con mis dos manos. 

viernes, 18 de abril de 2014

jueves, 26 de diciembre de 2013

Assasin


Puede que tengas alma?

Vacío veo a través de tus ojos...
Puede que existan seres como tú
Hechos de la nada
Insaciables
Insaciantes

Puede que seas mi peor pesadilla
Dandome de a probadas
La mas sublime ilusión
Para hacer mas dura la caída
Hacerme dudar hasta de mi misma

Convirtiendote en un monstruo de la noche a la mañana
Jugando con lo que siento de manera tan experta
Como si fueces hecho específicamente para usarme
O mas bien como si yo hubiese sido hecha
Para ser usada por ti

domingo, 1 de diciembre de 2013

Amor Clandestino

Eras..
ese sol de estío
que me calentaba 
tras cada una de mis tormentas

ese niño cuyos ojos 
me relajaban 
tan sólo de mirarlos

mi vicio
mi ocio
mi anti-deber

eras el reposo
la risa
la ligereza de nuestra familiaridad; 
acompañandonos. confiando

no conozco hoy en ti nada de eso, 
pues ese astro de calor 
ha extinguido su llama 
para convertirse 
en frío hielo de tundra; 
haciéndote inhospito, 
antiguo refugio de mis tempestades,
siendo ahora 
la principal cosa que me atormenta,
tu ausencia.

y ya no puedo buscar 
tus ojos, 
pues temo si no los encuentro.
no puedo mirarte a la cara 
para que no delaten 
éstas ventanas de luz mi aflicción, 
pues intentan imitar 
tu frialdad 
pero débil soy y dejarán 
transparentar este clandestino, 
susurrado amor 
y este gritado "te extraño" revolucionario.


y ya no eres ni mi vicio, 
ni mi ocio, 
ni mi anti deber. 

de a momentos despiertas 
en mí 
desdén y de manera permanente 
busco llenar los espacios vacíos 
que han dejado nuestras risas 
al apagarse. 

y me llego a preguntar en este punto 
?que paso con nosotros? 
sera que me perdiste? 
sera que me perdi? 
sera que te perdí? 
será que nunca te tuve? 
que significa tener a alguien?

eras el reposo, ahora eres el hastío.
eras la risa, ahora la nostalgia.
eras la ligereza, ahora la incomodidad
eras familiaridad; ahora un perfecto extraño
confianza, compañía
...eran hermosas, ya no están

miércoles, 28 de agosto de 2013

Un día mas por favor

La única diferencia entre alguien que sabe que va a dejar este mundo pronto y alguien que no, es que el primero tienen una gran ventaja que el segundo no tiene.

Imagina que mañana hay un examen sorpresa. Que preferirías? Ser el alumno que no se lo espera y que está desprevenido, relajado? o aquel que lo sabe y pasa toda la noche preparándose?

Entonces, a quién le ira mejor en la prueba? a quien sabe que le queda poco tiempo o a quien no sabe si le queda poco o mucho?

El primero conoce la fecha de algo que inevitablemente le sucederá tanto al primero como al segundo.

Entonces, por qué actuamos como si no fuese a suceder? Porque VA a suceder. De todas formas, la muerte es lo único de lo que tenemos certeza en esta vida.

El primer caso tiene algo que el segundo no tiene, y es un ultimátum, un recordatorio de que nuestra existencia terrenal es finita.

Entonces, qué debe hacer el alumno que desconoce la fecha de la prueba? Estudiar todos los días, como si la prueba fuera mañana. Prepararse.

El primero tiene un dato que le proporciona cierta paz, cierto control de la situación. El segundo no tiene ese dato, no tiene algo que pueda controlar. Esto no quiere decir que necesariamente en el primer caso la persona vaya a vivir menos tiempo que en el segundo. Unos años mas, unos años menos. Que hace la diferencia si a fin de cuenta somos siempre iguales? Mantenemos los mismos patrones sean positivos o negativos. Y cuando somos conscientes de que se nos va la vida es cuando verdaderamente la apreciamos.

Y te hace preguntarte... qué vale la pena? Las relaciones? Las experiencias? Los logros? Lo que puedas aportar? Todo vale la pena? O nada vale la pena?

Unos años más por favor. Para que? para reír? para disfrutar de la vida?
Para aquellos que desconocen la fecha de la prueba, lo mejor es vivir como si ya te hubiese llegado ese momento y hubieras pedido: "Unos años mas por favor"
Y para ese alumno que sabe que el examen es mañana... igual y de manera inevitable, todos vamos a tomar la prueba.

Paola Munoz

jueves, 8 de agosto de 2013

Off Cap 7 "Vas a gritar" Aliados



Necesitaban volver a conectarse con el dolor, con esa herida abierta que esquivan y que no quieren mirar, había que empujarlos hasta el limite de la humillación, hasta ese lugar donde el dolor mudo, al fin se transforma en un grito, había que llevarlos hasta ese lugar donde no pudieran escaparse de si mismos, había que traerlos de regreso de la crueldad hacia el dolor, había que forzarlos a sentir empatía, había que manipular al manipulador, usar al que usa, hacerlos probar a su propia medicina, había que exasperarlos, para que al fin empezaran a gritar, había que hacer un cambio de estrategia.

Había que hacerlos gritar, enojarse, atarse de su propio artajo, transformar el dolor en un grito de liberación, tienen que gritar bien fuerte, tan fuerte como para callar esa voz interna que los tortura, que los injuria, esa voz interior que los odia, había que empujarlos hasta su propio limite, hasta que pudieran dar ese grito que pone fin al abuso, tienen que poder gritar ¡Hasta acá llegaste! , había que quebrarlos, que romperlos, sacudirlos para que pudieran liberarse de esa realidad, había que llenarlos de esa angustia que es aliada, esa angustia que se transforma en pedido de ayuda, en grito de ¡Socorro!

Había que hacerlos gritar para poder traerlos de regreso de la insensibilidad, mi misión es guiar a los aliados en sus misiones y por eso grite, porque un grito es una variación en el tono, es un acento en la intención, es un cambio en el ritmo y en la estrategia.

Era importante hacer audible la desesperación y el dolor y que el desamparo se volviera grito, era importante ayudarlos a hacerse visibles, gritando ¡Acá estoy yo y hasta ahí llegas vos! había que tocarles el alma y a veces el alma grita, y en ese grito se sana.

A veces el mutismo se cura con un grito y a veces un susurro tiene la potencia de mil gritos, que necesitan ser gritados.

domingo, 21 de julio de 2013

Desconcierto

No te importo...lo se. Me doy cuenta cuando hablamos pues tu mirada muestra la actuada complacencia de que me escuchas y tus gestos cuidadosamente distribuidos llenan los espacios en blanco del monólogo que hago rápidamente para no aburrirte demasiado.
Aunque para ser sinceros, tu tampoco me importas. Tu frialdad me repele y tu falta de autenticidad y egoísmo al hablar me dan el desconcierto necesario como para impedir que te quiera como puedo llegar a hacerlo.

lunes, 3 de junio de 2013

Concepción Parte VIII



Pasé toda la mañana sin poder evitar pensar en aquel sueño. Pudo haber sido producto de mi deseo más profundo y reprimido, pero insistí en odiarme, como si sintiera celos y ganas de protegerla de mi mismo.

Al medio día y Ade y yo fuimos a comprar los ingredientes para un plato cuya preparación habíamos estado postergando durante días. Estar tan seguido juntos se había convertido para mí en una costumbre que me rehusaba a abandonar. Era como dejarse llevar por suaves olas que hacían que el tiempo no se sintiera y que fuese indiferente a todo lo demás.

Ya en la cocina seguía la fluida conversación en tanto nos disponíamos a trabajar. Mientras se inclinaba para encender la hornilla, me asaltó el recuerdo de aquel sueño y voltee la cabeza para no verme tentado a reparar en su silueta.

-Estas muy raro hoy…- me dijo entre burla y seriedad al llamarme por mi nombre dos veces y ver cómo me distraía observando la puerta.
 Me dio la espalda mientras abría algunas bolsas. La suave luz natural que entraba por la ventana hacia que su cabello luciera un brillo diferente y tierno. La tela de su ropa solo caía sobre su piel, enmarcando su pequeño porte. Me deje llevar por un extraño modo automático en el que se puso mi cerebro, acercándome involuntariamente unos pasos hasta quedar muy cerca, tanto que podía oler su aroma. Una vez en esa situación no pude dar marcha atrás y puse mis manos sobre las suyas, entrelazando mis dedos con los suyos, llegando más lejos de lo que había pensado que llegaría tan pronto.

Algo saltó en mi pecho con brusquedad al sentir que se ponía muy cerca detrás de mí y no encontraba la manera de convencerme de que realmente estaba haciendo eso. Durante los primeros segundos lo interprete como algún juego pero no me estaba percatando de que había cierto modo de caricia, y de que sus manos se posaron sobre las mías dejándome atrapada entre él y la mesa.

Volteo mi rostro sobresaltada, quedando este frente al suyo. De inmediato mi cerebro me indico que algo se estaba saliendo de lo normal. Con toda velocidad, le dio la orden a mi cuello de girar para evitar que sus labios cayeran sobre los míos. Fue entonces cuando me di cuenta de que había intentado besarme. Tras estampar el beso en mi mejilla, prosiguió a besar mi cabeza. Tras notar que permanecí inmóvil se aparto despacio. 

En ese momento ya no tenía idea de cómo reaccionar. Sentía el calor en mis mejillas tanto así que hasta mis ojos se sentían pesados. No pude mirarlo a los ojos.

-Perdón...- Balbuceó

Mirando aun al suelo reuní el valor suficiente para mirarlo a los ojos y encontrarme con una mirada triste y profunda, aterradora y sorprendentemente enamorada. Algo pateó mi corazón y solo pude decir unas pocas palabras, mientras negaba con la cabeza.

-…ha sido demasiado perfecto hasta ahora… por favor no lo arruines.

Esas palabras simples me desgarraron y continuaron repitiéndose en mi cabeza durante días. Al parecer no solo lo arruiné…es demasiado incómodo ahora… en el instante en el que decidí que no había vuelta atrás no era realmente consciente de que no hay vuelta atrás. Era uno de esos momentos en los que deseaba profundamente que asi fuera aunque tenía por otro lado la pequeña convicción de que no me arrepentía de haberme lanzado aun no fuera la reacción esperada.

 Dentro de toda mi especulación lo cierto era que  ella no abandonó  un instante mi cabeza en los días posteriores. Y yo no me daba permiso de tomar una decisión.
 No fue sino hasta que un día decidió terminar con mi intriga. Salía para el trabajo temprano y me la encontré agitada en la acera… había llegado a toda velocidad buscándome; jadeaba.

-Ade! – dije asombrado

-Ahorrémonos toda disculpa, saltemos toda esa parte, no puedo estar con esta indiferencia…tengo que contarte algo… que falta me hacías!- ah, Ade y sus sustos…me va a matar del corazón con tanto suspenso…ya me soltaba, ya me volvía a recoger. Una mezcla de alivio y decepción me inundo por completo. Alivio por volver a tenerla cerca…decepción porque no quería que obviara lo que yo sentía… porque el servirle únicamente de confidente me unía a ella de una manera que no me gustaba pues me separaba de ella de la manera en que yo quería estar cerca.

-Eres el único de quien no me importa que piense que estoy loca. ¡Todo encaja y desencaja a  la vez!… 

¿recuerdas la foto? –No puede ser, pensé, no Damián de nuevo-

-Ah, la de él con su padre… no me permites olvidarla- dije con ironía.

-Es aterrador y no lo vas a creer… pero el padre de Damián era idéntico al carcelero que me ayudo a visitarlo en concepción... tuve un sueño anoche… los rostros son exactamente iguales, no hay duda.
No pude evitar el asombro. Me atrevería en medio de mi disgusto y en otras circunstancias a decirle que se estaba obsesionando, pero la conocía lo suficiente como para saber que de ser un simple arrebato de desenfreno no habría acudido a mí con tanto apremio. Me contó con más detalle. No pudo evitar mostrar cierto temor al confesarme que también notaba un intenso parecido entre el carcelero y el señor J.P. Todo resultaba muy extraño.

Trabajaba en un artículo para el diario, con el ambiente desordenado de una tarde en casa. Tirada a un lado estaba la foto la cual contemple una vez más, pensativa. Ese rostro que había visto con ánima perteneciente a alguien literalmente difunto. Trataba de convencerme de que, por lo menos en el caso del carcelero eran ilusiones mías puesto que Damián hubiese notado el parecido, de no ser por alguna clase de agujero negro en su mente quizás por los trastornos padecidos en prisión. De cualquier manera el tuvo hasta hace poco la fotografía en su poder, descartando así la posibilidad de esta teoría.

La había ya observado tanto que incluso la camioneta que se encontraba detrás de ellos me era fácilmente reconocible. Me dirigí al trabajo al día siguiente en transporte, para entregar el artículo. Tras un par de horas en la oficina me vi obligada a salir a la calle una vez más. Otra más.
Una camioneta idéntica a la de la fotografía se encontraba estacionada a pocos tramos de distancia del solitario estacionamiento, al otro lado de la calle. De ella lo vi bajar. Caminaba serio como siempre, sin embargo en esta ocasión no pareció verse inmutado por mi presencia; de cualquier modo se me acerco.

-Damián, no te puedes imaginar de lo que me he dado cuenta…!- comencé, con miras a explicarle los pormenores de mi reciente hallazgo. No pude continuar. Tres hombres mas bajaron de la camioneta y en menos de lo que pude analizar, ya se encontraban sobre mí, uno de ellos detrás apretando con fuerza dolorosa mis muñecas. Intentaron empujarme con violencia dentro de la camioneta. Sin tiempo siquiera de decidir si creer o no que él estuviera involucrado y sin ninguna idea de lo que estaba pasando no hice más que resistirme, siendo vanas mis fuerzas en comparación con las de los tres animales que me sujetaban sin que pudiese distinguir qué mano era de quien.

Damián conducía. No pude identificar una sola expresión en sus ojos. Me faltaba el aliento. Sentí como si la sangre escapara de mi cerebro al resto de mi cuerpo al ver que nos alejábamos del edificio de la oficina.  Me estremecí más que del temor, de la rabia y la impotencia. En ese momento, el pánico era tan solo el acompañamiento del plato principal cuyo sabor era la traición.
Una casa de una planta, con la fachada que dejaba suponer que una vez estuvo pintada de blanco, me daba la bienvenida, tratándose de una dirección que luché por memorizar en el camino, teniendo en contra la velocidad a la que íbamos y el lugar del vehículo que yo ocupaba en medio de aquellos individuos, quienes no dejaron de lanzarme comentarios que preferí bloquear, aun sin saber que pensar ya.


El lugar era asqueroso. Dos catres, una lata y las paredes me hacían añorar estar en una de las celdas de Concepción. Permanecí de pie. Uno de ellos se dejo caer pesadamente en el catre mientras el otro se quitaba la camisa. Ahora si estaba asustada. Damián no me miro ni por un segundo. Pero no les quitaba la vista de encima. 

martes, 7 de mayo de 2013

Ajillo o Campana


A lo largo de las aceras de la avenida Bolívar se encuentran esparcidas unas flores suaves, de color purpura pálido, cubriendo el camino desde el colegio hasta la casa Bermudez, que se encuentra justo al frente, distando bastante lo que era en mi niñez, de la foto de mas abajo.
En ese entonces era azul. Lo mas parecido a una casa de cuentos que conocía. La verja pintada de blanco dividía de la acera poblada de ajillos el tupido jardín, lleno de frágiles y a veces resecas plantas, enredaderas, llegando estas a invadir una segunda verja que dividía el jardín del amplio pórtico. Estas daban unos frutos verdes y pequeños que se pegaban con facilidad en la piel.
Te daba la bienvenida una sala con puertas a ambos lados. En ese entonces no recuerdo con exactitud los muebles que habían, pero si que el suelo de toda la casa era rustico; avanzando hasta una estancia donde se encontraba el comedor, retratos, las puertas a las habitaciones en las cuales había mas de una imagen religiosa; recuerdo las camas con barrotes blancos, el encendedor de un único bombillo sobre la misma y el cable que los unía colgando sobre la cama. Recuerdo las enormes ventanas de puertas blancas que daban al lateral del patio.
Otras habitaciones mas agradables y frescas eran ocupadas por una tía y su bebe que hoy en día tendrá unos 16 años.
También estaba terraza y la cocina. Lugar de juegos y de historias.  Recuerdo incluso su olor. Recuerdo el sabor del agua con azúcar en el vaso rosado plástico y como me entretenía mientras bebía al ver los dos círculos que se formaban por la sombra del mismo a la luz de un candelero. Recuerdo las muñequitas plásticas diminutas con los brazos encorvados cuyo único accesorio era un pañal de tela y en raras ocasiones hasta un pequeño biberón. Como olvidar el temido pasillo que conducía al baño, entrando por la cocina, del cual contaban historias, pues era oscuro, largo y con un cuartito lateral en el que había una nevera y mas cosas; y cuando por fin llegabas al baño, incomodo, oscuro, amplio y con una sola luz proveniente de una muy alta y angosta ventana... lo único que deseaba era salir de allí lo antes posible.
Recuerdo el patio al cual se accedía bajando una incomoda escalera y al fondo del mismo unos cerezos de frutos amargos.
En el recorrido del colegio a la casona, le llevaba un puñado de estas flores que hace poco supe que son llamadas "campana" o "ajillo", a una anciana cuya piel suave, blanca y arrugada se me hacia idéntica al cáliz de estas. Recuerdo como jugaba con los "pellejos" que le colgaban de los brazos y del cuello. La recuerdo siempre en su silla de ruedas y su voz quebrada; pero lo que mas recuerdo eran sus ojos azules como de gato; negros, muy negros en la pupila y en el iris tan azules que casi se difuminaban con lo blanco. Y en mi razonamiento infantil recuerdo verme en la disyuntiva de por qué si las había encontrado en la calle esta señora me decía agradecida que eran flores muy caras. Hoy en día lo comprendo.









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